El Sábado 2 de Marzo de 2013 parecía un Sábado como cualquier otro, soleado y calmado, sinónimo de un buen descanso de las actividades que trae consigo la semana; sin embargo este era un Sábado diferente, me encontraba despierto a las 7:00 A.M. con maleta en mano en el coche de mi papá con rumbo a la sucursal de Rapport Sports.
Esa mañana a las 9:00 A.M. , junto con alrededor de 70 corredores y algunos familiares de los mismos, habiéndome despedido de mi papá, subiría a uno de los dos camiones con destino a la ciudad de Torreón, Coahuila a afrontar el que, hasta ahora, es el reto físico más grande que me hubiera planteado jamás, el Maratón Internacional LALA 2013, mi primer maratón.
En el grupo se encontraba de todo tipo de atletas, desde quienes tenemos relativamente poco tiempo en el deporte hasta quienes han participado en competencias de alto nivel como lo es la prueba Ironman, como el caso de nuestro entrenador Ricardo Sala. Pero muy a pesar de tener un grupo tan heterogéneo predominábamos quienes tendríamos este encuentro con la máxima prueba del atletismo por prima vez.
Mi estado mental era relajado, afirmación que me parecía algo graciosa, puesto que meses antes y hasta algunos minutos antes de abordar el camión no estaba seguro de mi capacidad física para afrontar tal desafío, la razón: La falta de entrenamiento.
Y no digo que mi entrenamiento hubiese sido inexistente, si no, que este era solo la mitad de lo que el resto del grupo se había preparado. Verán, Rapport Sports, entre todas las actividades que realiza, se dedica a preparar a deportistas y a quienes tengan la intención de serlo, en realizar sus sueños deportivos, sin importar su nivel de experiencia; esto es debido a que desarrollan programas especializados para los sueños de cada deportista y las metas en común de los mismos.
Uno de esos programas fue el entrenamiento para el maratón LALA, mismo que por cuestiones laborales (Léase pretextos y falta de organización) abandone casi desde su inicio hasta mediados de Enero, lo cual quería decir que el resto del grupo me llevaba medio programa de ventaja.
Sin embargo, ese mismo mes, gracias a la insistencia de una muy buena amiga, decidí reintegrarme al programa y asistir a la carrera, inclusive si esto significaba el no terminar; pasaron los meses y mi condición física no hizo mas que mejorar poco a poco, situación que me dio la confianza de inscribirme a la carrera y pagar mi hotel por adelantado, ahora si no había marcha atrás.
Sin embargo un dolor de rodilla semanas antes del evento hizo que mis dudas volvieran, y a pesar de que todo mundo (El equipo de entrenadores, amigos y familia) me dijera que si podría con el reto en mi mente empezó a entrar el temor de no terminar, lastimarme de manera permanente o peor.
Sobrelleve este miedo con tratamiento para el dolor apenas unos días antes del evento, tratando de sacar con el lo que nuestro coach llama “pensamientos basura”, poniendo en su lugar imágenes de mi cruzando aquel esperado arco de meta. Los consejos dados por Ricardo y mi familia (sacar de tu mente los pensamientos basura y dejar todo lo que pudiera pasar en manos de Dios) dieron resultado, mi dolor, que me aquejaba todos los días con cada paso, se había ido y mi confianza había regresado; no podía esperar a subirme a ese camión.
Ya una vez con la confianza y actitud al 200% y volviendo al relato de este gran evento, empezó el final de una aventura como ninguna otra. El camión venia lleno de gente que tenia la misma confianza e ilusión, si no es que más que yo. El trayecto fue largo, o bueno, al menos eso pareció con las películas mexicanas de los 50.

Nuestro camión llego directamente al Tec de Monterrey a media mañana para que pudiéramos recoger nuestros números y kits de corredores y lo que parecía seria una espera de horas fue una espera de unos cuantos minutos gracias a la increíble organización por parte de LALA, en apenas 20 minutos tenia mi numero y mochila (kit) en mano y en apenas unos 20 minutos mas tenia mis souvenirs y diversos productos ofrecidos llenando la misma mochila. Al cabo de unas dos horas, habiendo todos comido nuestros carbohidratos, que en el caso de la mayoría fueron pizzas y espagueti, y recogido nuestro kit nos trasladamos al Crowne Plaza, a descansar e instalarnos.
Una merecida siesta después y era hora de la cena grupal, tras la cual se llevo a cabo una hipnosis general y platica, que tenia como tema a nuestro niño interior y su perspectiva sobre nosotros como adulto y nuestras metas, en especifico la del maratón. Una vez terminando este ejercicio se afinaron los últimos detalles, era hora de dormir y estaba a horas de iniciar mi sueño y desafío.
El sueño vino muy rápido y de repente eran las 4:20 de la mañana de ese fatídico Domingo 3 de Marzo, una vez listo me di cuenta de que olvide empacar un ínfimo detalle, vaselina, sabía que iba a sufrir, pero que le iba a hacer, nuestro camión salía a las 5:00 A.M. al maratón. Afortunadamente la vaselina llego a mi de la mano de mi amiga, todo parecía ir sobre rieles, hasta que me percate a las 4:50 A.M. que había extraviado mi numero.
La desesperación se apodero de mi, desarme mi maleta, en el cuarto moví todos los muebles, incluida la cama, más el numero 3030 jamás apareció; decepcionado baje por elevador al lobby, cuando me di cuenta que en una esquina del mismo, doblado, se encontraba mi numero. Este incidente, fue una bendición disfrazada, puesto que cualquier ínfimo nerviosismo en mi persona se había ido.
Feliz, procedí a colocar el numero 3030 en su lugar y abordar el camión que nos dejaría en la salida del maratón, eran las 5:40 A.M. y la temperatura era de 6 grados, pero el frio no importaba, estaba a punto de iniciar un reto no con extraños, no con amigos y no con atletas, si no con familia.

A las 6:40 A.M. salieron las mujeres elite, la emoción se podía respirar en el aire, una banda infantil entonaba el tema de “Rocky” cuando de la nada se oyó el disparo de salida, me encontraba dando los primeros pasos de los 42.2 kilómetros que me esperaban.

Empecé lento, venia de hecho con las patrullas y ambulancias detrás de mi, pero pronto tome un paso decente y empecé a integrarme al mar de deportistas, hasta que me tope con mi entrenador y su esposa, quienes al igual que todos los voluntarios y entrenadores de Rapport estaban no para competir, si no para ayudar a sus “alumnos” durante el trayecto.
Me les uní para poder llevar a cabo junto con ellos el método Osler (17 minutos corriendo y 3 de recuperación caminando), pronto alcanzamos a compañeros que se nos unieron y así permanecí hasta el kilometro 22, cuando ya no pude seguirles mas el paso. Así que del kilometro 23 en delante el maratón se volvió un reto totalmente individual.

Paso a paso los kilómetros fueron avanzando y en cada uno de ellos personas ajenas al evento animándote a seguir, gritando tu nombre o tu ciudad y en la mayoría de los casos ofreciendo recuperación adicional a la provista por el evento, en verdad la gente de la comarca lagunera se lucio con su atención y servicio, sus gritos y el ambiente que generaban se convirtieron, estoy seguro, en parte fundamental para muchos de esa gran fiesta de 42 kilómetros.
Llegando al kilometro 39 debo reconocer me empezó a entrar sentimiento, estaba a escasos 3 kilómetros de la meta y aun no podía creer que en verdad estuviera a punto de lograrlo, en mi mente empecé a regañarme por dudar de mi mismo, sin embargo empezaba a agotarme físicamente y las dudas empezaron a volver a mi; “No llegaras a tiempo”, “Debiste haber entrenado mas duro”, entre otras frases empezaron a retumbar en mi mente, al kilometro 40 voltee a ver mi reloj y solo quedaban 40 minutos para el tiempo limite, presentía no lo iba a lograr.
Cuando al seguir se vino a mi mente aquella imagen mía cruzando la meta (que visualice en la hipnosis), corriendo como si fuera un niño, alegre por ya casi llegar y triste por estar apunto de culminar la gran fiesta, solté unas cuantas lagrimas, quiero decir que fueron por dolor físico, pero estaría mintiendo, estaba feliz, me percate que solo eran 2 kilómetros mas y tenia bastante tiempo de sobra, decidí apretar el paso, venia encontrándome, y chocando manos con algunos, miembros de la familia Rapport que ya habían terminado, la meta de pronto estaba frente a mis ojos, a escasos metros, acelere y de pronto, con los brazos en alto, cruce la meta con un tiempo final de 5:32:02 horas, metros mas adelante me seria colocada mi medalla, prueba de haberme graduado de maratonista y todo gracias al apoyo de los muchos amigos y amigas que tengo en Rapport, quienes como ya es costumbre, estaban esperando cerca de la meta a todos los que aun estuvieran por terminar.
Marcar a mi casa para informar de mi éxito fue una sensación maravillosa, oír a mis padres y hermana orgullosos de mi y felicitarme fue la cereza del pastel de un día que no olvidare mientras viva. Después de esta gran odisea y de una gigantesca hamburguesa llego el momento de regresar a Saltillo.
En el camión ni una alma se novia, todos estábamos exhaustos pero contentos, unos volaron y otros nos tomamos nuestro tiempo, pero todos terminamos en tiempo el veinticincoavo maratón internacional LALA en un domingo 3 de Marzo de 2013 que nunca olvidaremos.

Nota: No esta demás agradecer a el coach, Ricardo Sala, a su familia y su equipo por apoyarnos a todos nosotros en la realización de este sueño; a mi propia familia por apoyarme hace ya poco más de un año cuando empecé a correr y a cierta amiga corredora sin la cual no me hubiera animado a correr o si quiera inscribirme al maratón en primer lugar.

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